Ricardo y El Gigante

Recuerdo que llegaste a mí por vez primera una mañana de invierno, caía una fina y helada lluvia, el sol estaba adormecido. ¿Te acordas, Ricardo?



¡Ah, perdón! Me presento a ustedes. Soy Graneros, territorio de la provincia de Tucumán, ubicado a 120 km. de San Miguel de Tucumán, su capital. Mis orígenes y nombre se deben a la gesta de los primeros colonizadores y encomenderos, que hacia finales del siglo XVI y bajo el mando de Ramírez de Velazco me recorrieron antes de fundar la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja. Por ese entonces Ramírez de Velazco entregó dos “repartimientos o encomiendas”. Uno de esos repartimientos de tierra correspondió a Don Diego de Vera, vecino de San Miguel de Tucumán. Al morir Diego de Vera, su viuda, Juana de Villegas, se casa con el Capitán Diego Graneros de Alarcón, a quien el Gobernador Luis Quiñónez y Osorio le cede la encomienda con un territorio que llegaba hasta el límite sur de Tucumán. Graneros de Alarcón era, por entonces, el hombre más rico de la región, murió en 1669, tras una larga actuación en las guerras Calchaquíes, por lo cual sobrevive su apellido para designarme.

La persona con quien estaba comenzando a dialogar, antes de presentarme a ustedes, se llama Ricardo, su apellido Sosa, se desempeña como Coordinador de la Carrera de Economía Social y Desarrollo Local que se cursa en el Instituto de Enseñanza Superior Graneros. Esta carrera se implementa como un modo de dar respuesta a un contexto de crisis regional y local.

¿Ricardo, podrías comentar cuál es tu tarea como Coordinador de Carrera?
“La Institución donde me desempeño nace para brindar una oferta educativa, la Carrera en Economía Social y Desarrollo Local, para formar agentes idóneos capaces para impulsar el desarrollo local y la economía social. Estos agentes, nuestros futuros egresados, insertos en sus comunidades, asistirán, asesorarán, orientarán en nuevas formas y propuestas superadoras de la situación de crisis actual y articularán con la economía empresarial y pública. Para avanzar hacia este enfoque que promueve e impulsa las capacidades de desarrollo local se requiere trabajar sobre un cambio de actitudes pasivas por proactivas, esto debe estar ligado a la promoción de actividades concretas donde los diferentes actores asumen responsabilidades alrededor de los temas de desarrollo.

Mi tarea es participar activamente con los diferentes organismos e instituciones relacionadas al área productiva, de servicios y gubernamental local. Organizar instancias y encuentros que permitan incentivar y fortalecer la motivación por parte de los alumnos con relación a la carrera, ya que se trata de un campo en construcción. Gestionar instancias de capacitación sobre aspectos significativos tanto para los docentes como para los alumnos y algunas entidades comunitarias y que surjan del diagnóstico y monitoreo permanente. Articulación entre los distintos actores de la comunidad educativa, fomentando la concertación, el diálogo y respeto por la pluralidad de ideas, etc. Toda esa tarea la llevo a cabo para poder posibilitar la concreción de la meta importantísima de la Tecnicatura, la cual es: “La formación idónea de recursos humanos capacitados y capaces de trabajar para el desarrollo local para el bien y bienestar de toda su comunidad”.

¿Nos contarías alguna anécdota o experiencia con referencia a tu actividad?
Hacía poco que había llegado a vos, recién comenzaba con mis tareas como Coordinador de Carrera, recuerdo que en un intercambio que hubo un fin de semana con alumnos de esta Tecnicatura pero de Tafí del Valle, localidad ubicada en los cerros tucumanos, por la tarde me subí al campanario de tu Iglesia, de la Inmaculada Concepción ( Iglesia monumental, como pocas en el interior de esta provincia, que data de 1894, con una hermosa y muy alta torre donde está el campanario) desde allí podía ver tus campos sembrados que me parecían un tablero de ajedrez con casillas de diferentes tonos de verde, también miraba tu parsimoniosa y pequeña ciudad, era una visión espectacular.

Desde esa altura, te grité: Graneros, Gigante ¿cómo puedo serte útil?
En ese momento te conocía muy poco.

Corría en esas alturas un hermoso y fresco viento, hacía frío, y las campanas, gemelas ellas, con corazón amalgamado en oro, hierro y bronce, majestuosas, fueron silenciosas testigos.

A veces hace falta mirar las cosas desde una perspectiva elevada para elevarnos nosotros también como los pájaros y las aves, que saben que hay mas caminos de los que nosotros podemos ver.

Decía, que desde allí te interrogaba en qué te podía ser útil, si yo te simpatizaría. Vos me observabas, gigante, silencioso, luego me dijiste: “Voy a observar lo que ofrecés, cómo te comportas y de a poco te responderé. Así como sembraron mi tierra que ahora da sus frutos, vos también lo harás con tu trabajo y dedicación y según tu siembra, de mí, eso cosecharás”.

¿Te acordás ,Gigante, que eso me dijiste?
Comprendí en ese momento que tenía que ser un sembrador, que poseía las semillas. Moví la cabeza varias veces hacia abajo y hacia arriba diciéndote: Sí, acepto. Y me puse cerebro y manos a la obra.

Recuerdo algo más. Nunca te lo conté.

Caía la tarde, era mi primer día de trabajo en el Instituto, yo estaba emocionado, lleno de esperanzas y proyectos. La galería de la Institución estaba vacía, podía escuchar el sonido de los tacos de mis zapatos a cada paso, el silencio reinaba, el personal y estudiantes del turno anterior se habían marchado. Hubo un hecho que es comparable a cuando el sueño te toma por asalto y pasás, sin saber cómo, a otra realidad. Grande fue mi asombro al darme cuenta que, de repente, estaba en la misma institución, pero en el futuro. Cuando salí a la puerta te vi a vos, Gigante, en marcha, pujante, activo, con una economía fuerte y solidaria, con tu comunidad feliz, con trabajo, educación, desarrollándose a pasos firmes y en paz. Era hermoso.

No sé porqué ni cómo, pero podía distinguir a los descendientes de los primeros alumnos y yo sabía que llevaban con ellos el espíritu de esos Pioneros que con muchas dificultades lo lograron, abriendo el camino para el desarrollo de ellos mismos y para futuras generaciones.

Repentinamente volví al presente, sentí una voz que me decía: Bienvenido a la Institución, soy el Secretario de la misma.

Yo me presenté como el Coordinador de la Carrera y cuando nos dimos un fuerte apretón de manos, en saludo cordial, inmediatamente sentí que ya comenzaba a formar parte de algo más grande que yo y con mucha vida.

Lo que pasó, lo que te conté, es que viví un sueño.

Afirmé ésta convicción: “para que un sueño se transforme en realidad el soñador tiene que despertar y ponerse en movimiento”.

Recuerdo que cuando caminaba por esa galería silenciosa yo silbaba una bellísima canción de Jhon Lennon, titulada Imagine, que, al final, su letra dice: “ Dirás que soy un soñador. Pero no soy el único. Espero que algún día te unas a nosotros. Y el mundo vivirá como uno”.

Este sueño que te conté, te lo dedico a vos, Gigante Graneros, a tu comunidad y a mis colegas.

Todos soñamos.