Observando y practicando... Mis sueños realizados


En el mes de abril del año 2001 comencé mis prácticas docentes en la Escuela Josefa Díaz de la Ciudad de Simoca.

En la primera etapa m tocó practicar en primer año de E.G.B. I. La primera semana fue dedicada a la observación de clases, esto me sirvió para ver como encaraba la enseñanza la docente del grado, me refiero a que me sirvió bastante porque tenía dudas de como comenzar las clases, es decir, de cómo hablarles o dirigirme a los niños; también para ver que estrategias utilizaba, o sea, cómo y con qué elementos los niños estaban acostumbrados a trabajar, por ejemplo, ésta docente habituó a sus alumnos a iniciar la clase colocando la fecha en el pizarrón, relacionaba la misma con los números colocados en un afiche en la pared y luego contaban cuantos alumnos estaban presentes y anotaban los ausentes, posteriormente sumaban y llegaban al total de alumnos del aula (esa tarea era de todos los días).

También el período de observación me sirvió para ver el comportamiento de los niños, con esto me refiero al modo de ser de cada alumno, sus nombres y sus formas de trabajar, cuáles eran más lentos o más rápidos a la hora de terminar las tareas, etc.

Finalizado este período, en la segunda semana comencé de lleno con las prácticas… recuerdo el primer día que…

Llegué a las escuela a las 7:45 hs. de la mañana, los niños estaban a punto de izar la bandera y luego de arriar nuestra insignia patria nos dirigimos al aula, yo con mucho temor, miedo e incertidumbre porque no sabía lo que me esperaba, cómo reaccionarían los niños ante mi presencia, si me pondrían aún más nerviosa frente de ellos, o... no sé! Sólo sentía miedo!!!

Comencé saludándolos, me presenté (aunque ya me conocían) y les dije desde hoy seré su maestra por dos meses aproximadamente, aunque la señorita Dora (maestra titular) estará también con ustedes y conmigo acompañándonos en el aula pero la que les enseñará seré yo.

Ellos me respondieron con sus caritas tan felices si señorita, sentí en ese instante, como si ya hubiese sido desde principio de año, su verdadera maestra, ahí los nervios fueron pasando y me fui soltando e inicié la clase como lo hacía todo los días la señorita Dora. Traté de seguir los pasos de ella, es decir, de cómo les hablaba, de cómo les corregía los trabajos, etc. Así ellos no notaban el cambio de docente y así se fueron acostumbrando conmigo y yo con ellos, me fueron mostrando su cariño día a día. Eran unos niños encantadores, dispuestos a aprender y yo dispuesta a enseñarles.

Fueron pasando los días y así como yo les enseñaba, ellos también me enseñaban, el tiempo fue pasando y me tocó la segunda etapa de las prácticas que significaba que tenía que dejar a mis alumnos y conocer a un nuevo grupo de niños.

El dejar a este grupo de niños tan encantadores no fue tan fácil; ni para ellos ni para mí, no se hacían ni me hacía a la idea de dejarlos pero les hablé mucho y por suerte entendieron y sabían que todos los días nos veríamos y así fue.

En octubre de ese mismo año comencé a practicar la segunda etapa en quinto año de E.G.B.II… y otra vez los miedos pero no tanto como al principio, los niños también eran buenos pero uno que otro un poco rebelde e inquieto.

Nunca voy a olvidar a Franco, un niño que molestaba todo el tiempo, nunca hacia caso y se revelaba a trabajar en clase. Todos los días me hacía enojar, probé muchas estrategias y ninguna daba resultado, hasta que me cansé y le dije:

- Si no vas a trabajar, te retiras del aula inmediatamente y entrégame tu cuaderno para notificar a tus padres.

No quiso salir del aula pero se quedó quieto en su pupitre, yo lo ignoraba y desde ese día se calmó bastante y ya no molestaba como antes.

De a poco comenzó a trabajar en clase y me mostraba sus producciones, creo que lo hice reflexionar y cambiar para su bien y sinceramente espero que haya seguido así.

Eso fue lo único pesado que me tocó vivir en las prácticas, el resto de los alumnos eran tranquilos y nos llevamos muy bien, igualmente el período que estuve con ellos fue corto a comparación del tiempo que estuve en el primer ciclo.

Esta experiencia maravillosa terminó cuando mi profesora de Residencia me anunció que estaba última etapa se había desarrollado con regularidad y el proceso de residencia culminaría en muy pocos días.

Así fue, el 16 de noviembre de 2001 me tocó despedirme de mis alumnos y de esa querida escuela que me abrió sus puertas para tan linda experiencia como es el arte de enseñar.