Los Caminos de la Vida

Poner en práctica todo lo que en Formación Docente adquirimos es una ilusión que se enriquece día a día y se fortalece con la experiencia


Esta historia… como muchas otras que tantas veces se contaron tiene un principio y un final… que todavía no se escribió.

Corría el año 2007 y poco tiempo de haberse iniciado el ciclo lectivo y… como ya se había tornado costumbre eran inmensas las esperanzas.

Esperanzas… deseos y anhelos!!! Y quizás todos convergen a la perfección al momento de definir lo que cada nuevo período escolar trae consigo.

Esperanzas… deseos y anhelos!!! De una oportunidad laboral, de un sentir que por fin llegó el momento… momento que todo docente espera ansioso y lleno de ilusión.
Y mis ilusiones eran muchas. Desde aquel 2001 cuando me recibí de Profesora de E.G.B. 1 y 2, comprendí que solo quedándome con el título que había obtenido no era suficiente, por lo tanto, un año más tarde decidí retomar mis estudios y continuar con mi perfeccionamiento docente.

Jamás pensé… que después de transitar poco más de un año en el Profesorado de Nivel Inicial comprendería que no me había equivocado al elegir el camino, quizás más gratificante que todo ser humano puede transitar en su vida.

Y desde aquel momento… continuas capacitaciones para conseguir el puntaje que me permitiera obtener un cargo en el que pudiese poner en práctica todo aquello que desde los distintos espacios curriculares aprendí.

Y es aquí… donde comienza esta historia; cuando por el mes de marzo del año 2007 me presenté a un llamado abierto del Proyecto “Jardines Infantes Rural para Todos”, que se implementó en el año 2006 ante la necesidad de incluir en el Sistema Educativo de la provincia a los niños de 5 años que habitan en zonas rurales con poblaciones dispersas con la finalidad de asegurar la igualdad de oportunidades de todos los niños y dar una respuesta a las necesidades educativas de estas zonas. En el año 2006 ya se había implementado este proyecto en 19 establecimientos educativos, a los que se incorporaron diez instituciones más en el 2007. Entre los departamentos involucrados estaba Simoca.

En un primer momento eran tantas las expectativas, que confiaba en que la buena suerte me acompañaría y así fue... el día de las designaciones tomé el cargo, al mismo tiempo que me informaron que tenía 24 horas para presentarme en la Escuela N° 345 – Estancia Ingas, lugar desconocido para mí al que según recuerdo jamás había escuchado nombrar.

A la mañana siguiente desperté temprano… la ansiedad se había apoderado de mí y no me permitió tener un sueño placentero.

Muchas fueron las vueltas que di antes de salir. Pero, muchos más aún, me esperaban para poder llegar. Tantas… que más de una vez tuve que preguntar.

Recuerdo cuan intensa pasividad percibí en el camino, tanto… que podía escuchar el suave murmullo de los pájaros revoloteando por entre los árboles.
Una exuberante vegetación cubría el inmenso camino que recorrí; hasta que por fin, para mi grata sorpresa divisé a lo lejos la magnífica estructura que entre sus paredes albergaba mi más dulce y añorado destino.

Percibí… como miles de sentimientos se adueñaban de mí ser. El miedo… la curiosidad, al igual que la duda y la incertidumbre acechaban cada paso que mis pies temblorosos daban en los pocos metros que me separaban de aquello que por tanto tiempo había esperado.

¿Miedo? A lo desconocido, a lo tantas veces soñado y que ahora aguardaba mi llegada.
¿Curiosidad? Tal vez de lo que encontraría detrás de aquel mágico telón que cubría el escenario que esperaba para dar inicio a una nueva función… función, en la que todo es posible: la emoción, el encanto, la tristeza pero ante todo la dulce tarea de enseñar y aprender día a día.

Duda… ¿Incertidumbre? A la aceptación de quienes comenzaron la actuación mucho antes que yo y que ya habían adquirido su sentido de pertenencia. Pero, por sobre todas las cosas era el deseo inmenso de llegar lo que invadía mi corazón que incesantemente esperaba el gran momento.

Jamás olvidaré aquel día… pero ante todo se que siempre quedaran grabados en lo más profundo de mis recuerdos, los brazos abiertos que me recibieron y calmaron con un fuerte abrazo los nervios que afloraban mis más intensos sentimientos.

Y esa palabra… que aún resuena en mis oídos, estoy segura que jamás lo podré olvidar ¡BIENVENIDA! Escuché decir… y un fuerte abrazo contuvo mi ansiedad y me invitó a seguir.

Poco después supe que era Claudia Tobrá, la Directora de la escuela y también conocí a Viviana la docente de segundo ciclo, Ester, la conserje y Marta la cocinera.
En ese momento sentí, que había encontrado mi lugar, que al fin… llegué a mi destino. Comprendí que ya era parte de esa escuela que con tanto amor me recibió.
Mucho más aún, cuando conocí a mis alumnos. Encontré en ellos una mirada tierna, llena de amor y ansias de aprender. Comprendí… que ya no debía buscar más, porque encontré todo lo que buscaba y añoraba.

¿Buscaba? Creer en mí misma, confrontar todo lo que había aprendido en mis años de formación. Ese conocer al NIÑO REAL, que no es igual al de las teorías para así poder trabajar de acuerdo a sus intereses y necesidades.

¿Añoraba? Alcanzar mis objetivos personales:
- Los temores superados.
- La confianza adquirida.
- La confianza en mí misma.

Y fueron transcurriendo los días entre tropiezos y sobresaltos, porque ésta era una realidad muy distinta a la que alguna vez estudié con Piaget, Viagotsky o Ausubel.
Ahora estaba frente a un gran desafío “niños reales” que nada tenían que ver con aquellas teoría; niños con características particulares que marcan una personalidad diferente en cada uno.

- ¿Y qué hacer? – me preguntaba cada mañana.
- ¿Cómo seguir?- me interrogaba constantemente frente a una realidad latente con edades diferentes como un valioso tesoro.

3, 4, 5, 6 y hasta 8 años tenían aquellas miradas tiernas carentes de amor, expectantes a una sonrisa que responda a un beso cálido y tímido que ofrecían como un valioso tesoro y cuidaban celosamente porque en verdad, era lo más valioso que poseían. Cada mañana llegaban, con sus pequeñas manos impregnadas del frío recogido en km. y km. de solitarios caminos que debían transitar muchas veces, solos o acompañados de hermanos o vecinos porque sus madres con las que muy pocas veces tuve la oportunidad de compartir un momento de diálogo o intercambiar información sobre sus hijos “no lo hacían”… y vaya que paradoja, estas pequeñas almas tan descuidadas, tanto amor eran capaz de dar.

Compartir en un mismo espacio Nivel Inicial y Primer grado era una hazaña que todos los días me enfrentaba a nuevos desafíos.

¿Y qué estrategias no habré utilizado? ¿Qué recursos no habré llevado? Algunos dieron resultados… otros no.

3, 4, 5, 6 y hasta 8 años tenían aquellas miradas tiernas. Y a quién no, tanto como a ellos les emociona escuchar una historia con la magia y el encanto que despiertan en el inocente mundo infantil aquellas historias de hadas y duendes, príncipes y princesas encantadas en los añorados cuentos de Cenicienta, Hansel y Gretel y tantos otros… que los mantienen expectantes y paralizan el tiempo mientras se narra la historia y ellos… ansiosos por saber que pasó exaltaban su mirada a un final pronto a llegar aplaudiendo con regocijo al saber que al fin los buenos triunfan y el personaje favorito de su cuento salió triunfante y… mientras se sumergían en un universo mágico, teñido de ilusiones y encantos aparecían las letras y el abecedario, conocieron el nombre de los personajes y escribieron el suyo propio, narraron historias conocidas y cambiaron la historia que yo les contaba.
Y aparecieron los números en los SIETE ENANITOS que ayudaron a la BELLA DURMIENTE igual que en LOS TRES CHANCHITOS que unidos se defendieron del lobo para proteger su casita.

Cuando recuerdo cómo afronté aquella situación vuelven a mi memoria los gratos momentos en que sentados en un rincón del aula pasábamos largas horas leyendo cuentos. Y así fue que poco a poco fui colmando el “El Rincón de la Lectura” con distintos materiales de lectura – revistas, diarios, folletos – que se renovaban permanentemente y llamaban su atención.

Esta vez encontré en los textos el sendero más propicio. Fue la guía en un camino de constante aprendizaje.

Los textos nos ofrecieron navegar en un mar de emociones y encantos, tratando de encontrar poco a poco el camino para crecer juntos.

Sé que aprendí, crecí… no fue fácil, creo que todo nuevo desafío nunca lo es, pero lo más importante es saber superar cada etapa que se presenta en nuestra vida… pero ante todo, es necesario superarse con profesionalidad respetando y haciéndonos respetar.

Sé que aprendí, crecí… pero todo no termina aquí, aún queda un largo camino por el que estoy gustosa de transitar.